HUMILDAD.
Andrés Flores Colombino (2015) afirma que:
La humildad no es un simple comportamiento
exterior, actuado, fingido a veces, aprendido, otras. Surge de la interioridad
de cada ser que la posee y se caracteriza por la capacidad de “asumir los
errores y defectos propios”.
Ser humilde no significa
humillarse, rebajarse ni negar las propias virtudes o capacidades, pues se
haría énfasis en uno solo de los polos, el de asumir los defectos, que también
implica humildad, pero para ser auténtica, la humildad no debe ser consecuencia
de la baja autoestima o de la mala opinión que se tiene de sí mismo, o de la
necesidad masoquista de sentirse inferior.
SOBERBIA.
Tomas de Aquino (2014) indica:
Tomás de Aquino indica que
soberbio es el que tiene un amor desordenado hacia su propio bien por encima de
otros bienes superiores. El sólo hecho de dudar si existen bienes superiores al
propio ya es, pues, síntoma de este defecto. Es amor desordenado, porque como
el soberbio no se conoce como quién es, sino que tiene un conocimiento de sí
como de aquél que quiere ser, desea para él lo que no le es adecuado.
ALTANERO.
José March (2011) afirma que:
Altanero se toma siempre en mal
sentido, pues depende del orgullo que se anuncia por un exterior de arrogancia:
es seguramente el medio más seguro de hacerse aborrecer, y defecto del cual se
debe tener mucho cuidado en corregir a los jóvenes. Puede uno ser altivo con
modo, en algunas ocasiones. Un príncipe puede y debe desechar, con una altivez
heroica, proposiciones o propuestas degradantes; pero no de un modo altanero,
ni con tono altanero, ni con palabras altaneras. Un alma altiva es grande; un
alma altanera es soberbia.
Se puede tener corazón altivo con
mucha modestia; no se tiene genio altanero sin un poco de insolencia. El
insolente, es respecto del altanero, lo que el altanero respecto del imperioso,
que tiene genio dominante
ORGULLO.
» Sócrates Filósofo griego (470
AC-399 AC) afirma que:
El orgullo engendra al tirano. El
orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos,
remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males,
del que no hay posibilidad de salir.
EGOISMO.
Immanuel Kant (1724-1804) afirma que:
«Desde el día en que el hombre
empieza a expresarse diciendo yo, saca a relucir su querido sí mismo allí donde
se le permite, y el egoísmo progresa inconteniblemente; si bien no de modo
patente (pues entonces se le opone el egoísmo de otros), al menos encubierto
bajo una simulada negación de sí mismo y una pretendida modestia, para hacerse
valer de preferencia con tanto mayor seguridad en el juicio ajeno.
El egoísmo puede encerrar tres
clases de arrogancia: la del entendimiento, la del gusto y la del interés
práctico; esto es, puede ser lógico o estético o práctico.
POR. ALBERT MAMANI VENTURA